domingo, 26 de junio de 2011

LA SALUD Y LA VOLUNTAD DE DIOS

¿Por qué debería la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que fue comisionada a predicar el evangelio del juicio, promover un ministerio de salud y de curación?  Esta monografía presenta una respuesta a esta pregunta.  Ofrece un justificativo para esperar curaciones milagrosas, para trabajar continuamente para aliviar el sufrimiento humano y, especialmente, para enseñar a las personas las leyes de la vida, con la intención de prevenir la enfermedad y permitir que los procesos de la naturaleza subyuguen las enfermedades del cuerpo, mente y alma.  Cuando la instrucción y la curación son combinadas, tenemos un verdadero ministerio.

La salud es la voluntad de Dios

            Un ministerio de salud que incluya la sanidad, la prevención de enfermedades y prolongue la vida necesita estar edificado sobre la creencia fundamental que la buena salud es la voluntad de Dios.  Y, en contrapartida, una tal creencia fundamental exige un ministerio de la salud.  Esta monografía tiene su origen en estas creencias.

            Se puede argumentar, en un amplio sentido, que la muerte, la enfermedad y el sufrimiento son la voluntad de Dios.  Ellos son consecuencias de las leyes naturales de la libertad dada por Dios a la humanidad.  Pero también se puede argumentar que el pecado y sus consecuencias son contrarios a la benigna voluntad de Dios para sus criaturas y que en la búsqueda de aliviar el sufrimiento y detener el pecado, estamos cooperado con sus esfuerzos para restaurar el universo a la armoniosa obediencia a sus leyes de vida.  Con raras excepciones, se puede también demostrar que la pérdida de la vida en tempestades, terremotos, accidentes, enfermedades y muerte prematura no son la voluntad de Dios.

            “Muchos inválidos han estado confinados durante semanas y meses en habitaciones cerradas, privados de la luz y del aire puro y vigorizador del cielo, como si el aire fuera un enemigo mortal, cuando éste era precisamente la medicina que el enfermo necesitaba para recuperarse.  Todo el organismo se debilitó y enfermó por falta de aire, y la naturaleza se estaba hundiendo bajo su carga de impurezas acumuladas, con la adición de los venenos de moda administrados por los médicos, hasta que fue convencida y se quebrantó debido a sus esfuerzos, y como resultado de esto los enfermos murieron” (Mensajes selectos. T. 2, Pág. 521)

            “La enfermedad nunca sobreviene sin causa.  Primero se prepara el camino, y luego se invita a la enfermedad al no tomar en cuenta las leyes de la salud.  Dios no se complace con los sufrimientos y muertes de los niñitos.  Los encomienda a los padres para que las eduquen física, mental y moralmente, y para que los preparen con el fin de ser útiles aquí en la tierra y luego en el cielo”.  (Iden. Pág. 534)

Precedente bíblico

            Dios mediante su continuo poder sostiene el universo (ver Hebreos 1:3), es quien cura nuestras enfermedades (ver salmo 103:3).  Pero, a veces, él envuelve a sus siervos en este ministerio de curación como en el caso de Moisés y la serpiente de bronce o Elías y los muchos actos de curación.

            Moisés también enseñó los conceptos de salud.  Estableció un envidiable programa de educación de la salud, leyes que deberían estar en las manos de los sacerdotes – médicos y ser leídas delante de la congregación cada siete años (ver Deut. 31:9-12).

            El ministerio de Jesús se caracterizó por la enseñanza, predicación e incansable restauración del enfermo y afligido (Mat. 4:23-25; 8:1-3; 14-16; Hechos 10:38).  La atribución que él dio a los apóstoles, “... predicad diciendo:  El reino de los cielos se ha acercado.  Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, ...”  (mat. 10:7,8), unir la curación y la predicación.  Tal fue su comisión a los setenta:  “Y Sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles:  Se ha acercado a vosotros el reino de Dios” (Luc. 10:9).  Y esta fue su comisión a la iglesia:  “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mar. 16:15).  “... sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Vers. 18).  Así, por ejemplo de Jesús y su comisión para predicar, enseñar y tratar de curar (vers. 15; Mat. 28:20; Sant. 5:14, 15) la iglesia está autorizada a hacer todo lo que esté a su alcance para aliviar el dolor y el sufrimiento y ayudar a prevenir las enfermedades y accidentes.

“(...)  Lee cuidadosamente las Escrituras, y verificareis que Cristo utilizó la mayor parte su ministerio en la restauración de la salud a los sufridores y afligidos...  y en nuestra obra como colaboradores de Cristo, tendremos éxito si trabajamos en la práctica.  Pastores, no limitéis vuestro trabajo a la instrucción bíblica.  Haced trabajo parcito.  Tratad de restituir la salud a los enfermos.  Esto es verdadero ministerio.  Recordad que la restauración del cuerpo prepara el camino para la restauración del alma” (Medicina e Salvación, pág. 240).

            “Nuestro ejemplo es Cristo, el gran Misionero Médico.  De él se dice:  “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia n el pueblo” (S. Mateo 4:23) Sanaba a los enfermos y predicaba el Evangelio.  En su obra, la curación y la enseñanza se unían estrechamente.  Estas dos cosas no deben ser separadas hoy”  (Consejos sobre la salud, Págs. 392, 393).

            El ministro del evangelio tendrá doblemente éxito en su trabajo si sabe como tratar enfermedades” (Medicina y salvación, Pág. 245).

            “Los que salen para empeñarse en la obra del ministerio necesitan ser entendidos en la cuestión de la reforma de la salud.  Aquellos hombres que, después de la experiencia de muchos años, todavía no aprecian la obra médico – misionera, no deben ser indicados para presidir sobre nuestras iglesias” (Idem, Pág. 238).

            “Hay una gran tarea a ser realizada.  ¿Cómo revelaremos a Cristo?  No conozco mejor método (...)  que echar mano de la obra médico – misionera en asociación con el ministerio.  Mostrad interés por los que están a vuestro alrededor y que necesitan de auxilio y luz.  Podéis levantaros y predicar a aquellos que conocen la verdad; podéis predicarles sermón tras sermón, pero ellos no valoran.  ¿Por qué? Porque están  inactivos.  Cada uno que está en condiciones de salir y trabajar debe llevar para el fundamento oro, plata y piedras preciosas, y no madera heno o paja”. (Idem. Pág. 319).

            “La vida de Cristo y su ministerio a favor de los afligidos se encuentran inseparablemente relacionados.  Por la luz que se me ha dado, sé que debiera existir siempre una relación íntima entre la obra médica misionera y el ministerio evangélico.  Se encuentran vinculados en sagrada unión, como una sola obra, y nunca debieran separarse.  Los principios de los cielos deben adoptarse y practicarse por parte de los que pretenden andar en los pasos del Salvador.  Él nos ha mostrado mediante su ejemplo que la obra médica misionera no debe tomar el lugar de la predicación del Evangelio, sino debe mantenerse unida con él.  Cristo dejó una presentación perfecta de verdadera piedad combinado la obra del médico y la del ministro, sirviendo a las necesidades tanto del cuerpo como del alma, sanando la enfermedad física, y luego hablando palabras que llevaban a los corazones atribulados” (Consejos sobre la salud, Págs. 528, 529)

El amor responde a la necesidad humana

            Jesús dijo:  “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (S. Mat. 19:19).  Solamente el amor es razón suficiente para ayudar a las personas a superar y evitar enfermedades, y mejorar en todo sentido la salud.

            Jesús respondió al triste clamor de la necesidad humana:  “Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, ser limpio” (S. Mat. 1:40, 41).  Su respuesta a este individuo ejemplificó su respuesta a millares y modeló nuestra respuesta y responsabilidad al llanto de la humanidad en los mundos desarrollados y en vías de desarrollo.

            En los países en vías desarrollo, las necesidades, obviamente, son por más y mejores condiciones de alimentación, higiene y salud.  Pero, una salud mejor es el clamor de dolor en Estados Unidos también. Hace muchos años, la Universidad de Chicago, las escuelas MICA y la Sociedad de Educación de Adultos, realizaron una encuesta en gran escala, por un periodo de  dos años, preguntando a los adultos i tuviesen la oportunidad devolver a la escuela, qué tópicos gustarían estudiar más.  La respuesta número uno fue sobre salud:  “Enséñennos a como ser saludables”.  La respuesta numero dos fue sobre la habilidad de las relaciones humanas: “Enséñennos a como vivir bien los unos con los otros”.  Como resultado los investigadores dijeron: “Demos al pueblo lo que él desea” y fueron instituidos los cursos sobre “cómo hacer amigos e influenciar a las personas” de Dale Carnegie.  Pero esa fue apenas la respuesta a la necesidad número dos.  ¿Y qué en cuanto al número uno?.

            ¿Dónde está la respuesta para la necesidad número uno? Esa encuesta fue realizada muchos años tras.  ¿Y qué en cuánto a nuestros días? La salud es todavía una necesidad que clama en los Estados Unidos.  Casas de alimentos saludables han surgido en cada ciudad y villa.  En los boletines universitarios, artículos sobre salud en todo tipo de revistas y programas de TV demuestran un amplio interés en el tema.  Por años, los americanos gastaron las mayores porciones de su riqueza en la agricultura, seguida por la salud.  A partir de 1992, la industria de la salud se volvió la número uno y la agricultura la número dos.  La reforma nacional de la Salud Americana necesita la reforma adventista de salud.

            En 1985 la revista “Success” pidió al Instituto “Gallup” para hacer una encuesta junto a sus lectores a fin de saber cual era su pensamiento sobre los símbolos de éxito.  Los lectores debían elegir tres de los doce items.  El símbolo del éxito que recibió mayor puntuación fue tener buena salud (Ver figura Nº 1):


SIMBOLOS  DEL  ÉXITO


Buena salud
58%

Empleo deseado
49%

Familia feliz
45%

Paz mental
34%

Buenos amigos
25%

Inteligencia
15%

Mucho dinero
11%

Talento
7%

Suerte
6%

Carro lujoso
2%

Casa lujosa
1%

            En 1984, la revista canadiense McClean pidió a sus lectores para elegir un deseo para el próximo año.  ¿Qué más le gustaría tener – una salud mejor, una vida amorosa mejor o más dinero? 44% respondieron una salud mejor, 42% más dinero y 10% una vida amorosa mejor.  Pero, entre las personas con 65 años o más 75% respondieron una mejor salud, 14% más dinero y 10% una mejor vida amorosa.

            En 1988, La Harvest’90 Adventista Research Taskforce (HART)  en el sur de California solicitó a Mark Baldassare, profesor asociado de ecología social, de la Universidad de California, Irvinek un renombrado y frecuentemente citado científico de la encuesta, para conocer lo que una comunidad secular podría desear de una iglesia ideal.  A un costo de U$S 27.000 el estudio determinó que la iglesia ideal en una comunidad secular debería realizar programas de control de estrés y de salud.

            En Toronto, Notario, en 1985, en los días cuando las leyes de la observancia del domingo eran una controversia de primera página, la Seventh-day Adventis Life Team realizó un seminario sobre el tema de la observancia del domingo.  La propaganda en Toronto Star costó U$S 2.300.  Fueron recibidas tres llamadas telefónicas y dos personas comparecieron.  Más o menos en la misma época, el mismo equipo realizó un curso de comida vegetariana, llamado “Alimento Vegetariano Occidental”, en el mismo lugar.  La publicidad costó U$S 400.  Se recibieron 65 llamadas telefónicas y 100 personas comparecieron.  Y pudimos presentar muchas verdades bíblicas en un curso de “Alimento Vegetariano Occidental”, como podríamos haberlo hecho en el seminario sobre el Sábado – Domingo.  Fueron bautizadas personas que asistieron al curso sobre cocina vegetariana.  No es sorprendente que nos haya dicho:  “Llevad a cabo la obra misionera médica y ésta os dará acceso a la gente” (Consejos sobre la salud, Pág. 534).   Las personas están interesadas en la salud y nosotros estamos en la posición de revelar el amor de Dios a través de la salud.  El clamor de la humanidad necesita una mandato macedónico a la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

            “Vi que es deber de aquellos que recibieron la luz del cielo y que comprendieron el beneficio de andar en ella, manifestar un gran interés por aquellos que todavía están sufriendo por falta de conocimiento.  Los observadores del sábado que están aguardando el pronto regreso de su Salvador deben ser los último sen manifestar falta de interés en esta gran obra de reforma.  Hombres y mujeres deben ser instruidos, los ministros y el pueblo deben sentir que la carga de trabajo reposa sobre ellos para discutir el tema e instar su establecimiento sobre los otros” (Testimonies for the Church, Vol. 1, Pág. 489).

“Esto (la salud) es su sabiduría”

            Cuando Dios colocó a Israel en la encrucijada de las naciones, les dijo: “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella.  Guardadlos, pues, y ponedlos por obra;  porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán:  Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta.  Porque ¿Qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?” (Deuteronomio 4:5-9).

            Por medio de su buena salud, Dios colocó a los adventistas del séptimo día en la encrucijada del interés de muchas naciones.  Los adventistas nacieron en la alborada de la revolución científica.  Estamos viviendo en la era de la ciencia.  Este es el lenguaje de la publicidad, de la persuasión, de la opinión entendida, de la epistemología, del origen de la vida y de la exploración el universo.

            Con la venida de las estadísticas, podemos ahora, científicamente documentar que los adventistas del séptimo día son más saludables y viven más que el promedio de la población en cada país donde este estudio fue desarrollado.  Consecuentemente, podemos mostrar por medio del lenguaje científico la ventaja de seguir la Biblia en asuntos de la salud.  Esa evidencia científica tangible, mensurable y confiable dice al mundo que seguir al Biblia es beneficioso.  Habla alto y claramente el lenguaje comprendido por esta generación.  Los adventistas recibieron más destaque en las revistas científicas y en los periódicos por su salud que por cualquier otras cosas que hayan hecho en los últimos 100 años.  Ellos son conocidos por su salud.  Nuestra salud se vuelve nuestra sabiduría a la vista de las naciones.

            “Si olvidamos este punto (reforma de la salud), perderemos mucha influencia sobre el mundo exterior” (Consels to Writers and Editors, pág. 126).

            “Por medio de su pueblo, el Señor desea responder a las acusaciones de Satanás, mostrando el resultado de la obediencia a los principios correctos...  Los adventistas del séptimo día deben ser conocidos en el mundo por los avanzados principios de la reforma de la salud que nos fue dada por Dios” (Medicina y Salvación Pág. 187).

            “Los adventistas del séptimo día transmiten verdades trascendentales...  Es deber nuestro comprender y respetar los principios de la reforma pro salud.  En el asunto de la temperancia, deberíamos dejar muy atrás a todos los demás...”  (Joyas de los testimonios, Vol. 3, Pág. 358).

Ministerio del tiempo del fin

            Un ministerio de dones espirituales.  Los dones del Espíritu deben ser activos en la iglesia hasta que su obra sea concluida (ver Efe. 4:13).  Uno de esos dones es el de sanidad (ver 1 Cor. 12:9), otro es la enseñanza (ver Efe. 4:11).  Como cada don debe estar activo en la edificación de la iglesia, en cantidad y calidad, es razonable que la sanidad sea un ministerio activo de la iglesia.  Al trabajarse sobre la premisa de que la sanidad sin la correspondiente instrucción en cuanto a las causas de la enfermedad y su prevención futura, queda claro que la instrucción sobre la salud debe ser también un ministerio claro de la iglesia.

            Otro don  es el de profecía (ver Efe. 4:11).  Nuestra teología de salud y de saneamiento puede ser totalmente de la Biblia, sin embargo la profecía bíblica predice mensajes especiales de Jesús en los últimos días, conocidos como el “testimonio de Jesús” o el “espíritu de profecía” (Apoc. 12:17; 19:10).  Esos poderosos mensajes dirigen nuestra atención al propósito, a la importancia y al método de alcanzar la salud y de compartir nuestra salud.  Para ser completa, nuestra teología de salud, debe abarcar todo lo que está contenido en esos mensajes proféticos, con el fin de ser ignorantes en esa porción de la  Biblia que predice ese don.

            “Quiero deciros que pronto o se hará ninguna obra  en las líneas ministeriales que no sean obra medica misionera” (Consejos sobre la salud, pág. 534).

Un ministerio de enseñanza

            Teniendo en vista los muchos milagros de curación en el ministerio de Cristo y en la iglesia primitiva, se podría preguntar:  ¿Por qué los adventistas del séptimo día no tratan de realizar milagros en lugar de establecer hospitales y cursos sobre salud?

            Primero.  En los días de Jesús las circunstancias y creencias eran diferentes de nuestros días.  Una creencia común era que la persona que sufría dolencias y enfermedades graves estaba bajo la maldición de Dios y no  podía ser salva.  Así, Jesús sanó de manera prodigiosa judíos y gentiles para oponerse a esa creencia prevaleciente.  Al curar, él removió la “maldición” y transmitió la verdad de que el enfermo podía ser perdonado y salvo.

            Segundo.  Algunos milagros pueden ser esperados, pero en los últimos días esta facultad es garantizada a la segunda bestia de Apocalipsis 13 que realizará milagros engañadores para ayudar a edificar una imagen a la bestia.  Los milagros que caracterizan la obra de esa bestia, incluyen la curación que parece rectificar sus doctrinas como auténticas.  En contraste, los seguidores de Dios son caracterizados como los que guardan los mandamiento de Dios y tienen el testimonio de Jesús.  Para evitar la posibilidad de confundirse con aquellos que siguen a la bestia, bien haríamos en destacar el gran milagro de un corazón regenerado que restaura a los creyentes a una armonía con las leyes de Dios (Ver Rom. 8:1-4), incluyendo sus leyes de naturaleza con el fin que tanto la salud como la curación sea una consecuencia natural.

            Tercero.  En la reorganización y educación de Israel, Dios proclamó leyes abarcantes de la vida (ver Rom. 7:10; Lev. 18:5)  y prometió que no habría enfermedades bajo la condición de la obediencia (ver Deut. 7:11-15; Exo. 15:26).  Así fue y este es el método preferido de Dios para restaurar la salud del pueblo – mediante los resultados naturales de la obediencia inteligente a las leyes de la vida.  Aunque una medida de la intervención divina todavía sea necesaria para capacitar a las personas a obedecer y a protegerse contra la enfermedad, pero si las personas obedecen fielmente, será muy rara la necesidad de curaciones milagrosas.

-                     “Porque no son los oidores de la líelos justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados” (Rom. 2:13)

-                     Que la ley es buena

-                     Que sus leyes detalladas expresan su amor y cuidado por nosotros.

-                     Que Dios tiene su parte al darnos luz, y que nosotros tenemos nuestra parte – obedecer a esa luz.

-                     Que la salud del alma depende de la salud del cuerpo.

Dejar de incluir el ministerio de la salud es dejar de corregir la falsa impresión que el evangelio tiene que ver solamente con el espíritu y que el énfasis sobre el cuidado del cuerpo es sin necesidad y contra productivo para la santidad.

      Quinto.  Un gran parte del trabajo del evangelio es capacitar a las personas para desarrollar los frutos del Espíritu que incluye el dominio propio (ver Gál. 5:23; 1 Tim. 3:2; 2 Ped. 1:6), dando control sobre su vida y restaurando la obediencia a los mandamientos de Dios y a las leyes de la vida.  El ministerio de la enseñanza realiza esto de manera más eficaz que los milagros.

      Por fin, Jesús fue un educador de la salud.  Le enseñó la ley y la relación entre el pecado y la enfermedad (ver Juan 5:14). También dio instrucciones sobre como sus necesidades debían ser atendidas (ver Mat. 6:33) lo que ayuda grandemente a prevenir las enfermedades físicas, emocionales y espirituales.

      “La obra que acompaña al mensaje del tercer ángel consiste en explicar las leyes naturales y exhortar a que se obedezcan.  La ignorancia no es excusa ahora para la trasgresión de la ley.  La luz brilla con claridad y nadie necesita quedar ignorante;  porque el mismo gran Dios es el instructor de los seres humanos.  Todos estamos comprometidos.  Por el deber más sagrado, a prestar atención a la filosofía sana y a la experiencia genuina que Dios nos está concediendo con respecto a la reforma pro salud.  El Señor desea que este tema se presente ante el público de tal manera que las mentes de la gente se interesen profundamente en su investigación;  porque es imposible que los hombres y las mujeres aprecien la verdad sagrada mientras son víctimas del poder de los hábitos pecaminosos que destruyen la salud y debilitan el cerebro” (Consejos sobre la salud, Pág. 21).

      “Jesucristo es el gran Restaurador:  Él, sin embargo, desea que, viviendo de acuerdo con sus leyes cooperemos con él en la recuperación y el mantenimiento de la salud.  En combinación con la obra de curar, cumple que haya transmisión de conocimiento de cómo resistir a las tentaciones.  Los que se dirigen a nuestros sanatorios deben ser despertados a un juicio de su propia responsabilidad de actuar en armonía con el Dios de la verdad.

      “No podemos curar.  Nos es imposible cambiar el estado enfermo del cuerpo.  Todavía, constituye nuestra parte, como misioneros médicos, como cooperadores de Dios, usar los medios provistos por él.  Después debemos orar para que Dios bendiga estos agentes.  Nosotros creemos en un Dios, un Dios que escucha y contesta las oraciones.  Él dijo;: Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá (Mat. 7:7)” (Medicina e Salvación, pág. 13)

Cristianos totalmente bíblicos

      Por lo tanto, ¿qué es lo que la iglesia debería enseñar? Jesús dijo:  “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones...  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado...” (Mat. 28:19, 20).  “Todas las cosas que os he mandado” incluyen no solamente las palabras de Jesús en Mateo, Marcos, Lucas y Juan, sino en todo lo restante del Nuevo Testamento y También las leyes y promesas del Antiguo Testamento, porque Cristo es Dios tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.  Como el único mediador entre Dios y el hombre (ver 1 Tim. 2:5), el propio Cristo presentó la ígnea ley en el Monte Sinaí (ver. Gál. 3:19; Deut. 33:2).  Él era la columna de nube y fuego que fue con ellos.  Él fue la Roca (ver 1 Cor. 10:1-3).  También fue quien inspiró la escritura del Antiguo Testamento (ver 1 Ped. 1:11).

      Casi todas las leyes del Pentateuco afectan la salud del cuerpo, mente y alma.  Hay leyes de higiene personal, de sanidad pública, dietéticas, sobre reglamentación del trabajo y del descanso, y un sin número de otras medidas para controlar la enfermedad.  Hay reglas de la vida que gobiernan la salud emocional, las relaciones sociales y la vida espiritual.  Aunque la salud no sea mencionada en conexión directa con cualquiera de esas leyes, es sin necesidad decir que la ausencia de la enfermedad, juntamente con la productividad y la prosperidad fueron prometidas (por efectos naturales e intervenciones milagrosas), si esas leyes, mandamientos y estatutos fuesen obedecidos (ver Deut. 7:11-15).

      Jesús endosó esas leyes cuando dijo:  “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mat. 5:17).  A pesar que ciertos rituales y reglamentaciones cesaron en la cruz y en la dispersión de la nación judaica, Cristo nunca levantó bandera de la gordura, sangre o alimentos impuros, pues, ni la fisiología humana ni los hábitos de los puercos y otros carniceros cambió con la muerte de Jesús en la cruz.

      No fue necesario por Cristo dar sus leyes en el Antiguo Testamento y nuevamente en el Nuevo para que tuviesen vigor.  Ellas todavía son vigentes y deben ser incluidas en las enseñanzas de Cristo  de sus seguidores.  Los cuales deben ser cristianos de toda la Biblia y no solamente “cristianos del Nuevo Testamento”.

      “Cristo había sido guía y maestro del antiguo Israel, y les enseñó que la salud es la recompensa de la obediencia a las leyes de Dios.  El gran Médico que sanó a los enfermos n Palestina había hablado a su pueblo desde la columna de nube, diciéndole lo que debía hacer y lo que Dios haría por ellos.  Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios –dijo- e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los Egipcios te enviaré a ti;  porque yo soy Jehová tu Sanador (Exo. 15:26).  Cristo dio a Israel instrucciones definidas acerca e sus hábitos de vida y le aseguró:  “Quitará Jehová de ti toda enfermedad” (Deut. 7:15).  Cuando el pueblo cumplió estas condiciones, se le cumplió la promesa.  No hubo en sus tribus enfermo (Sal. 105:37)” (Consejos sobre el régimen alimenticio, Pág. 144)

Deje brillar su luz

      Jesús era visto como una figura religiosa.  Aunque haya administrado las necesidades físicas de las personas, curado sus enfermedades y alimentado 5.000, su más elevada misión fue darles la vida eterna.

      El ministerio de Dios sobre la salud si es que debe cumplir su propósito ordenado por el cielo es: (1) verdaderamente beneficiar a las personas, (2) ser conducido por la iglesia como una institución religiosa y no separado de ella, y (3) llevar lamas enfermas pro el pecado al Hombre de Galilea, que cura los pecados del mundo.

      Nuestros restaurantes, hospitales, literatura, programas de salud y de vida saludable, y contactos personales deben ser destinados, deliberadamente a plantar la semilla del evangelio y llevar a las personas al verdadero Sanador de todas las enfermedades.

      “Hemos de recordar siempre que el objeto de la obra misionera médica consiste en dirigir a los enfermos del pecado hacia el Mártir del Calvario, que quita el pecado del mundo” (Consejos sobre el régimen alimenticio, Pág. 551).

      “Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para curar el cuerpo, pero debemos dar mucho más importancia a la curación del alma” (Testimonies for the Church, Vol. 7, Pág. 96).

      “La obra misionera médica debe ser parte de la obra de toda iglesia en nuestro país.  Separada de la iglesia, no tardaría en ser una extraña mezcla de átomos desorganizados.  Consumiría, pero no produciría.  En vez de actuar como mano auxiliadora de Dios para hacer progresar su verdad minaría la vida y la fuerza de la iglesia, y debilitaría el mensaje.  Dirigida independientemente, no sólo consumiría talentos y recursos que se necesitarían en otros ramos, sino que en la misma obra de ayudar a los dolientes aisladamente del ministerio de la Palabra colocaría a los hombres donde se burlarían de la verdad bíblica” (Joyas de los testimonios, Vol. 2, Pág. 527).

      “De nada sirven las buenas resoluciones que uno toma confiado en su propia fuerza.  No conseguirán todas las promesas del mundo quebrantar el poder de un hábito vicioso.  Nunca podrán los hombres practicar la templanza en todo sino cuando la gracia divina renueve sus corazones.  No  podemos guardarnos del pecado ni por un solo momento.  Siempre  tenemos que depender de Dios.

      La reforma verdadera empieza con la purificación del alma.  La obra en pro de los caídos sólo conseguirá verdadero éxito cuando la gracia de Cristo reforme el carácter, y el alma se ponga en relación viva con Dios” (Ministerio de curación, Pág. 135).

      “La presión y correría de los negocios no deben conducir a la negligencia en el trabajo por la salvación de una alma.  Es correcto administrar las necesidades físicas de nuestros semejantes, pero si no hubiera forma de dejar brillar la luz del evangelio obre aquellos que vienen cada día en busca del alimento, ¿cómo Dios será glorificado por nuestras obras?” (Testimonies for the Church, Vol. 7, Pág. 116)

      “Si no podemos conducir nuestros restaurantes para la gloria de Dios, si no podemos ejercer, por medio de ellos, una fuerte influencia religiosa, será mejor cerrarlos y emplear los talentos de nuestros jóvenes en otras líneas de trabajo.  Sin embargo nuestros restaurantes pueden ser de tal forma conducidos para ser medios de salvación de almas” (Idem. Pág. 120)

      “Los enfermos necesitan que se les hable con sabiduría y prudencia.  Los enfermeros deberán estudiar la Biblia cada día para poder decir palabras que iluminen y ayuden al enfermo...

      “El enfermero cristiano, al par que aplica el tratamiento para la restauración de la salud, dirigirá con gusto y con éxito la mente del paciente hacia Cristo, quien cura el alma tanto como el cuerpo.  Las ideas que el enfermero presente ejercerán poco a poco su influencia.  Los enfermeros de más edad no deben desperdiciar ninguna oportunidad de llamar la atención de los enfermeros hacia Cristo.  Deben estar siempre dispuestos a combinar la curación espiritual con la física” (Ministerio de curación, Pág. 170).

      “El pueblo de Dios está con una gran necesidad de que brille la luz de las páginas de nuestros libros y revistas sobre salud.  Dios desea emplear estos libros y revistas como un medio por el cual rayos de esta luz atraigan la atención de las personas y las lleven a considerar el mensaje del tercer ángel” (Testimonies for the Church, Vol. 7, pág. 136).

      “Ellos deben levantar el estandarte de la temperancia a partir de un punto de vista cristiana que muestre que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo y llevar la mente de las personas a la responsabilidad que sobre ella reposa como posesiones compradas por Dios, para hacer de la mente y del  cuerpo un templo santo, adecuado a la habitación del Espíritu Santo.  Cuando la temperancia fuera presentada como parte del evangelio, muchos verán su necesidad de reforma...  Al ser administrada, el pueblo se interesará por otras líneas del estudio de la Biblia. (Idem. Pág. 75).

      “Fui instruida que vosotros y vuestros colaboradores estaban en peligro de ocultar los principios de nuestra fe a fin de obtener un amplio patrocinio.  Cada mínima acción en ese sentido, en lugar de ampliar la influencia de la verdad, impedirá su adelanto” (Idem. Vol. 8, Pág. 154)

Resumen

      Dios está profundamente interesado en nuestro total bienestar.  Sus instrucciones detalladas sobre la salud en la Biblia, el ministerio de curación de los profetas y de Jesús, y su comisión para sanar, enseñar y predicar, además del amor en nuestro corazón por nuestros semejantes y por el triste clamor e la necesidad humana, proviene una poderosa justificativa para la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el de ser altamente activa en el ministerio de sanidad.

      Jesús, personalmente, bendijo a la Iglesia Adventista del Séptimo Día con mensajes de sus propios labios en su testimonio, capacitando a su iglesia remanente a disfrutar de una mensurable ventaja en cuanto a la salud y longevidad, que envía una señal al mundo, en un lenguaje científico, a fin de que pueda comprender que la Palabra de Dios es relevante y benéfica en estos últimos días.

      Los adventistas del Séptimo Día, aceptando toda la Biblia como su guía, deben fluir como corrientes de agua viva para el mundo, curando , enseñando y predicando en nombre de Jesucristo.  ¡Este es el verdadero ministerio!.

Gary Strunk es director de estudios religiosos del Pacific Health Education Center, Bakersfield, California.

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